viernes, 23 de octubre de 2015

Un par de consejos para escritores en ciernes



Como adelanto de un libro un librín, vamos que pensamos publicar uno de estos días para solaz de los innumerables aprendices de escritor que pueblan los ocho mil confines del planeta Tierra, traemos a esta página unas consideraciones que, una vez enunciadas, parecen de cajón, de puro sentido común, pero que a muchos de nosotros (me incluyo) nos hubieran ayudado de haberlos leído antes en algún sitio.
Lo primero: un escritor no surge por generación espontánea, como podría parecer. No se trata de una metamorfosis kafkiana ni de una conversión mágica. Se trata de trabajo, esfuerzo, perseverancia… ¿Conoces estos vocablos y los pones en práctica?
Lo segundo: si quieres ser escritor, las dos primeras cosas que tienes que hacer son: leer mucho y escribir mucho. No existe ningún escritor que previamente no haya sido lector. ¿Qué leer, entonces? Pues sobre todo a los clásicos. A modo de ejemplo, y sin pretender agotar el tema, ahí van unos cuantos en orden alfabético: 
Aldecoa, Ayala, Azorín, Baroja, Borges, Cela, Cervantes, Clarín, Cortázar, Delibes, Larra, Machado, Onetti, Pérez Galdós, Quevedo, Rulfo, Unamuno, Valle-Inclán, Vargas Llosa... 

Si leéis autores extranjeros (una pena, pues aquí hay de sobra donde elegir), ojo con las traducciones, porque por desgracia, ya no hay traductores como los de antes. Si tienes que leer un libro que haya sido traducido a tu idioma, moléstate en investigar acerca de la solvencia del traductor. No hay nada que haga más daño a un lector que esté pensando en escribir que leer algo mal traducido. ¡Imagínate a un cirujano aprendiendo su oficio en un manual de cirugía mal traducido!...
Y la tercera: ¿Qué escribir? Pues cualquier cosa que se te ocurra. Si no se te ocurre nada, ahí van dos trucos tontos:
1/ Ve a wikipedia, o a cualquier otra página de Internet, y busca información sobre un personaje famoso, a ser posible histórico. Trata de imaginarte cómo vivía, qué cosas le gustaban, etc., e intenta retratarlo en un breve relato, una o dos páginas.
2/ Hazte preguntas. ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?..., y contesta estas preguntas con lo primero que te venga a la cabeza. Escribe sin más, sin orden, sin preocuparte de la gramática o el vocabulario, dejando que el hilo argumental fluya..., hasta que alguna de ellas capte tu atención y se convierta en una frase, un párrafo... Luego tachas lo que no sirva y continúas de esta manera hasta el infinito.
(Pausa)
De nada.

(Esta ha sido una broma de Cara B.)

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