sábado, 17 de octubre de 2015

La aventura de publicar una novela


Una vez escrita, y si no queremos quedarnos con ella muerta de risa en el disco duro, comienza el proceso de construcción que servirá para introducirla en el mercado. Es, como si dijéramos, la afinación de los elementos. Esto requiere tres etapas:

1 - Lectura y correcciones.
Por supuesto, el texto debe haber reposado durante una buena temporada. Publicar algo recién salido de la pluma no suele dar los mejores resultados, lo que se debe a que con el tiempo varía mucho la perspectiva que tenemos de determinadas cuestiones. De hecho sucede que lo que antes parecía blanco resulta ahora negro, y lo que en principio simulaba estar entonado, resulta que no lo está tanto y chirría...
Se impone, por tanto, hacer una relectura crítica. Esta lectura es crucial, y para ello es mejor utilizar otros soportes y no leerlo donde fue escrito, pues es necesario verlo de otra manera. Si se ha hecho en un ordenador, puede trasladarse el texto a un ebook y leerlo ahí, y mientras lo haces, ir añadiendo notas (hay ebooks que permiten semejante tarea), o también imprimirlo en folios con un interlineado ancho y que permita anotar entre líneas. Aún más interesante sería que lo leyeran otras personas e ir espigando ideas de lo que ellas opinen, que sin duda lo mejorará. Si esas personas no conocen al autor, mucho mejor.
La depuración ortográfica y sintáctica debe hacerse durante la relectura y, a ser posible, ayudándose con herramientas informáticas, como el corrector ortográfico del Word, el diccionario de sinónimos o la orden búsqueda de este mismo programa. Ellas nos ayudarán a encontrar múltiples imperfecciones, como erratas, espacios sobrantes entre las palabras y a principio de párrafo, falsas tabulaciones, expresiones cíclicas y machaconas, etc.
Una novela cuyo texto está acabado (en realidad nunca está acabado, como sucede con los cuadros, en los que siempre se puede dar una pincelada más, aunque se considera acabada cuando se publica), es como una gran bola de cera. Al principio resulta muy desigual, incluso accidentada, áspera y rugosa en casi todos sus aspectos, pero si la tomamos entre las manos y le damos vueltas y más vueltas –y sobamos y sobamos–, irá inevitablemente haciéndose más uniforme, más fluida y compacta y homogénea... Esto quiere decir que nos espera un largo trabajo, pero los buenos resultados requeren precisamente de ello.

2 - Establecer la cara que presenta al público
Cuando el autor ya tiene un nombre no nos fijamos tanto en estas cosas, pero en el caso de los noveles es muy importante que tanto la portada como el título, la sinopsis (que suele venir en la contraportada del libro) y la primera página, que también es clave a este respecto, sean de primera calidad. Todos ellos son los factores que infuirán sobre el público a la hora de adquirirla.
La portada y sus elementos, ilustraciones, colores, tipos y tamaño de las letras y todo lo demás, tienen que entrar por los ojos al público, y para no defraudar al lector, es obligado en ella hacer hincapié en la atmósfera general del contenido.
Aquí debajo coloco varias de las que barajamos. 

 
 
Qué decir del título y su obligada musicalidad, una de las piezas esenciales de la comercialización...
En el caso de este libro de que hablo, el título ha sido bastante debatido. Sopesamos varios, que al final quedaron reducidos a dos: Cantar de gesta y Dios conmigo. Este último es el grito de los cruzados al entrar en batalla (lo aquí narrado sucede durante la Reconquista, pero es lo mismo), y aunque semejante expresión podría sugerir que se trata de un libro de sectas cristianas o de autoayuda, una vez que tuvimos la portada en marcha, con toda esa sangre, ese arco iris y esos pajarracos, nos pareció que no podía haber duda en cuanto al tenor del contenido.

La sinopsis y la primera página del libro –que es lo que casi todo el mundo busca a continuación–, deben estar redactadas de la forma más exquisita que se pueda conseguir, y a guisa de ejemplo, estas son las elegidas para nuestra aventura editorial.


Sinopsis

Un personaje ficticio –Ramón el calatravo– narra su existencia entera, que se cumplió a caballo de los siglos XII y XIII. Aprendiz de cantero, agricultor, herrero, siervo, soldado, señor de la guerra y constructor de catedrales góticas, desde el cenobio que habitó en las postrimerías de su vida rememora los lances que el albur le llevó a contemplar, entre los que descuellan la batalla de Alarcos y la de la Nava de la Losa, episodios que han pasado a la historia con letras mayúsculas.
Bereberes, traficantes, castellanos, reyes, ángeles y demonios, bailarinas y juglares, nobles y siervos, caballeros y labradores, gente de armas y de letras, dromedarios, sabuesos, simios, alanos, mulos y corceles y otros muchos animales que sería excesivo citar, componen la multitud que poblaba el mundo que le tocó vivir como uno más de los eslabones de la inextinguible cadena de la humanidad, aquella que entre cerradas nieblas persigue fantasmas para concluir con la célebres palabras que dicen, ¡vanidad de vanidades...!, todo es vanidad.


Primera página

LA CIUDAD

Yo nací en el centro del mundo, aquel lugar único en donde se cruzaban dos importantes caminos. Las gentes transitaban apresuradas por ellos, pues los tiempos iniciales de mi infancia se caracterizaron por lo difícil, rodeados como estábamos por emboscadas partidas de malhechores que venían del sur, pero en nuestra gran ciudad amurallada todos se detenían puesto que era un lugar grande y capaz, fonda de largas caravanas de animales de carga que recorrían la frontera y lugar a propósito para abrigarse de los albures y abastecerse de lo necesario antes de reanudar el largo y peligroso viaje.
    Yo vine al mundo en la ínsula del Guadiana de la que tanto se dijo, eminencia rodeada de agua por todos los lados merced a un profundo canal tallado en la roca de sus cimientos, laboriosa obra que mucho tiempo antes había sido llevada a cabo por esclavos y prisioneros, en su mayor parte cristianos, y aunque debió de ser un arduo trabajo, daba al lugar un aspecto que dejaba atónitos a quienes nos visitaban por primera vez, que nunca hubieran podido imaginar semejante ciudadela en tan áridas tierras, y si a ello sumamos la visión de la vega florecida en primavera, oasis y vergel sin par, o aun los relucientes cielos nocturnos con que nos regalaba el verano y que daban testimonio de la existencia del debatido empíreo, la ilusión era completa.
Yo, además, nací cerca de la torre del agua, el castillo ácueo o castellum aquæ, la complicadísima maquinaria que se abastecía de las aguas del río mediante norias y cangilones sin fin [...]
 

3 - Queda por mencionar la discusión final y los retoques, en donde aún se pueden perfilar determinados aspectos, tanto en lo que afecta al texto como a su apariencia exterior, pero esta es la fase en que nos encontramos, y de todo ello tendrán ustedes noticia en cuanto la novela esté disponible.

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