(Esto también se podría llamar Epitafio
para un año negro ―u olvidable.)
Se dice que este ha sido un mal año, pero
yo no creo en esto de los sinos ni en la maldad porque sí de unos tiempos
determinados. Lo que tenemos es lo que nos merecemos, porque lo que nos rodea
es obra nuestra.
Si nos preguntaran, cualquiera de
nosotros aseguraría haber vivido una existencia más o menos satisfactoria, pero
a poco que se rasque, que se ponga a prueba la actitud crítica que todos
debemos llevar dentro, a poco que observemos lo que nos rodea, nos damos cuenta
de que no es oro todo lo que reluce, ni muchísimo menos.
¿Dónde quedaron la cultura de siempre, la
educación, las islas solitarias? Por contraposición a aquello del rockandroll,
las minifaldas… (y etc., etc., etc.), hoy se han generalizado el fútbol, el
marujeo, la pornografía, las redes sociales… ¡Aleluya!
Para que se vea de qué manera han
degenerado las cosas, pongo tres ejemplos fotográficos ―tomados al azar― del
aspecto del orbe que nos preside. Así es el mundo que hemos alumbrado. Azuzados
por las fuerzas que lo gobiernan, porque al fin no somos sino marionetas de los
privilegiados de turno, los tiempos cambian, las modas se suceden…
Pero no todo van a ser calamidades. También subsisten destellos que nos hacen pensar en que esto quizá sea sólo un intermedio entre dos revoluciones. Por ejemplo, ESTO.
Y hablando de novelas de aventuras, le apuesto lo que quiera a que usted no conoce ESTAS. Una pena, porque se iba a divertir bastante.
Y por cierto, ¿sabe usted hacer gazpacho? Por razones de supervivencia debería aprender cuanto antes, como se puede deducir de ESTO OTRO.