Julio Verne a los 25 y a los 50 años
Por supuesto,
leí las novelas de este señor cuando era pequeño, y tenía buen recuerdo de
ellas; muy difuso, pues los años no pasan en balde, pero conservaba vivas la
idea de su ingenio y la amenidad de sus relatos. El caso es que ahora he vuelto
a leer diez de ellas, seguidas, que son:
Cinco semanas
en globo
La isla
misteriosa
Veinte mil
leguas de viaje submarino
La vuelta al
mundo en ochenta días
La esfinge de
hielo
El volcán de
oro
Miguel Strogoff
Dos años de
vacaciones
Viaje al centro
de la Tierra
Alrededor de la
Luna
... y tengo que
decir que este autor es un genio.
Dejando aparte
las malas traducciones (a veces pésimas, aunque a veces, no se sabe por qué,
medianamente correctas) y las peores ediciones (esto de las ediciones
electrónicas clama al cielo), el fondo que te queda tras acabar semejante
lectura (y salvar los innumerables escollos de las impresentables y ya citadas
ediciones) es magnífico.
Por ejemplo:
todos estos libros tienen algo en común, y es que en ellos, amén de las
continuas aventuras con que adorna el relato, va pasando revista a lugares que
en su tiempo eran casi desconocidos.
En Cinco
semanas en globo es África de este a oeste (desde Zanzíbar a
Senegal) vista desde el aire.
En La isla
misteriosa: aventuras de unos náufragos en una isla desierta, a la
que sacan el mayor partido posible.
Veinte mil
leguas de viaje submarino: descripción del fondo del mar, y no de un
mar, sino de todos los océanos, pues el larguísimo viaje transcurre por el
Pacífico, el Índico, el Mediterráneo y el Atlántico.
La vuelta al
mundo en ochenta días: como dice el título, la vuelta al mundo en
su época, para lo que utiliza todos los medios de transporte imaginables:
barcos, ferrocarriles, carros, elefantes..., e incluso un trineo a vela en el
que los viajeros recorren parte de las llanuras centrales de los Estados
Unidos.
La esfinge de
hielo: viaje hasta el polo sur, en donde supone que hay un océano
navegable. (Esta novela es una especie de continuación de La narración de
Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe.)
El volcán de
oro: acerca de la vida en los placeres auríferos del norte de Canadá,
lindando con Alaska, más allá del círculo polar.
Miguel Strogoff: relato de un
viaje ambientado en Siberia, cuyos protagonistas la recorren desde Moscú
a Irtkusk, casi en las mismas orillas del océano Pacífico.
Dos años de
vacaciones: nueva narración de náufragos, en la que los protagonistas son
un grupo de niños de seis a catorce años, capaces (como en La isla
misteriosa) de sacar el máximo partido a sus adversas circunstancias.
Viaje al centro
de la Tierra: los expedicionarios (un profesor loco, su sobrino y un islandés) no
llegan al mismo centro, pero efectúan un largo recorrido por parajes
fantásticos.
Alrededor de la
Luna: continuación del libro llamado De la Tierra a la Luna, en el
que se relata el viaje hasta la Luna, su circunnavegación y la vuelta a la
Tierra.
Mi opinión es
que la mayor parte de estos libros son unos monumentos de lectura obligada para
los aficionados al género de aventuras. Tan sólo los dos últimos citados (Viaje al centro
de la Tierra y Alrededor de la Luna) me han parecido un poco más flojos,
quizá porque los lugares en los que transcurren son hoy más conocidos y choca
el exceso de fantasía, pero el resto resultan totalmente creíbles, y la
cantidad de datos que aporta sobre los lugares que describe va mucho más allá
de lo esperado.
Julio Verne es
conocido como «el padre de la ficción científica», y no en vano, puesto que
imaginó máquinas que entonces no existían y hoy han sido construidas. Por
ejemplo, las naves espaciales del programa Apolo o el submarino de Veinte
mil leguas de viaje submarino, perfecto trasunto de los sumergibles
nucleares existentes, tanto en su tamaño como en el aspecto con que lo
describe. Es verdad que el suyo no era nuclear, sino eléctrico, pero esto, si
bien se piensa, es un detalle menor, y para que se vea hasta qué extremo llegan
estas semejanzas, el primer submarino nuclear que se construyó en los Estados
Unidos (también el primero que pasó sumergido bajo el polo norte, lo que
sucedió en 1958) fue bautizado con el nombre que dio Verne al suyo: Nautilus.
Una
circunstancia que llama la atención y merece la pena reseñar es que los
protagonistas de estas aventuras son casi todos hombres; algunos, como Phileas
Fogg o el capitán Nemo, muy famosos. En los diez libros citados, tan sólo hay
tres mujeres que tengan algún peso en el desarrollo de las historias: Nadia, en
Miguel Strogoff; Aouida, en La vuelta al mundo en ochenta días,
y, en menor medida, Kate, una chica que llega a la isla, igualmente náufraga, y
que aparece casi al final de Dos años de vacaciones. Sin embargo, este
es un detalle que, al menos para mí, carece de importancia. Él escribió lo que
quiso, y no podemos por menos de agradecérselo.
Otras novelas
de este autor, no citadas aquí, son: Los hijos del capitán Grant, Escuela
de robinsones, Un capitán de quince años, Matías Sandorf, El
soberbio Orinoco, El castillo de los Cárpatos, El archipiélago en
llamas y muchas otras que podéis ver aquí: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Bibliografía_de_Julio_Verne
De paso,
también podéis ver esto otro:
Novelas de
aventuras de Camargo Rain:
No hay comentarios:
Publicar un comentario