Recursos para escritores
Cuando uno se pone a escribir debe adoptar identidades
dversas, y por lo tanto meterse en la piel de los actores, puesto que los
personajes deben hablar como lo que representan. Por ejemplo, los niños. Así
que cabría preguntarse, ¿cómo hablan los niños?
Aquí debajo pongo unos ejemplos:
Niña de 6 años hablando de las letras
Los protagonistas de los cuentos tienen el cuerpo hecho de
sopa de letras, sí, y no sólo los protagonistas, también los personajes
secundarios, el leñador y la bruja del bosque y tantos otros; los animales de
sus corrales y los lugares en que todo aquello sucede, los bosques y los
paisajes y hasta el fondo del mar, todo está hecho de sopa de letras. Los
cuentos que yo he leído son una pura sopa de letras, no hay más que ver las
páginas un poco de lejos, y esto es así porque sucede un fenómeno inexplicable
y que voy a intentar aclarar. Los ojos de la cara ven letras, sí, pero los ojos
de la mente..., fíjense ustedes, los ojos de la mente no ven letras sino que
ven cuerpos, ven actitudes, ven paisajes y nubes y objetos de todo tipo... ¿No
es esto precisamente la magia?
En mis cuentos yo he visto mil y una máquinas y entidades.
Ranas verdes, brujas, leñadores, barcos de tres palos, hermanos perdidos en un
bosque, cielos estrellados, bellas durmientes, y sin embargo sólo veía letras,
igual que ve usted, quien me mira. Son los caprichos y las ilusiones de la
mente, lo que sucede cuando nos adentramos en el reino de los pensamientos
encantados, lo que nos sugieren las infinitas sopas de letras que danzan en el
Universo, incluida la de pasta. A mí antes no me gustaba mucho, bueno, no me
gustaba nada, eso de los fideos no se ha hecho para mí, voy a decir la verdad,
los macarrones sí, ¡mmmmh...!, ¡están buenísimos!, pero las sopas..., y
entonces un día Maná me dijo, [...]
(Lo anterior es de ESTE LIBRO.)
Niña de 14 años que regresa de una estación de esquí y no
puede parar de hablar
La niña volvió de su viaje contando y no acabando, sobre
todo de los chicos con los que había ligado,
porque ligamos nosotras, ¿verdad?, que ellos lo único que
hacen es el tonto, bueno, y aceptar como corderitos lo que les des, ¿a que
sí...?, o eso dice Candela, ¿tú qué crees?, ¿es verdad o no?, sí, hija, es casi
verdad del todo, bueno, pues Rosana y yo, y las demás, claro, teníamos a todos
los de otro colegio el día entero detrás, se venían a comer a nuestro comedor y
nos invitaban a todo, a helados y a coca colas y a ir por la noche a la
discoteca, pero nosotras les dijimos que no, que de quedar, nada, que ya nos veríamos
allí, y por la noche íbamos y allí estaban todos, en fila..., ¡jo, y no veas...!,
¿tú has bebido alguna vez un cubata?, yo bebí un poco, con Rosana, que nos
invitó uno que era algo mayor porque a nosotras no nos daban, y estaba
asqueroso pero al final nos lo acabamos, y te entra una marcha..., nos pasamos
la noche bailando las dos en mitad de la pista y nos tuvieron que echar, bueno,
y a otros varios, porque no nos queríamos ir, y entonces salimos afuera y
estuvimos hablando, que hacía muchísimo frío, y al cabo de un rato salió una de
las señoritas y nos hizo meternos a todos y nos mandó a cada uno a su cama, ¿y
sabes qué?, pues que algunos de los chicos llevaban hasta corbata, que no sé
para qué la llevaban pero la llevaban, y luego, a los pocos días, resultó que
había uno que tenía una cámara muy grande y estaba venga a decir que nos quería
hacer fotos, y algunas dijeron que no pero yo dije que bueno, que a mí no me
importaba, y me hizo algunas pero me decía que me tenía que cambiar de ropa, y
como allí casi no tenía, porque no teníamos más que los monos de esquiar, me
vestí con la ropa de Rosana y de otras, con una minifalda que tenía una y hasta
con los bikinis, porque había una piscina caliente desde la que se veía toda la
nieve, y estábamos todo el día allí metidos..., aunque también esquiábamos,
¿eh?, pero hacíamos las dos cosas..., y me ha dicho que las fotos me las va a
mandar a casa.
(Lo anterior es de ESTE LIBRO.)
Niña de 5 años soñando
El borroso escenario se presenta desierto y sólo algún
pájaro que los sobrevuela graznando pone una nota melancólica en el ambiente...
Difuso cielo azul recortado por los árboles... Lo hondo del bosque... Todo se
mueve, sí, todo se mueve... Ilusiones, fantasías, espejismos y apariciones que
se abren paso a viva fuerza y de ninguna manera podemos gobernar...
Mará, de repente, ve un oso. Está allí, a su lado, con el
largo hocico peludo, sentado en el suelo y la espalda apoyada en un árbol. Sin
embargo, el oso no la ve a ella. No, no me ve. Soy invisible. Bueno, no, mejor:
soy gaseosa, como una nube o un ángel que se estira y se encoge. ¡Boing...!
Ahora paso delante de él, y el oso, que es negro, es oscuro, sin abrir los ojos
sacude la cabeza y se come una mosca. ¡Clac! El sonido de las mandíbulas infunde
respeto, es mejor no acercarse por si acaso, el oso no me ve, no me siente,
pero ¿y si se confunde y cuando le meta el dedo en la boca pasa otra mosca?
Porque si quiero le meto el dedo en la boca... No, mejor en la nariz...
¡Ayyy...! ¿Qué sucede? Mamut, que también es un espíritu de la tarde y ha
crecido, es más grande que el oso..., ¡hala...!, me contempla con sorpresa.
¡Mira...!, ¡tiene la nariz llena de mocos...!, y él se arrima y husmea. No, mi
ama: es miel. ¡Ah, miel...!, menos mal. Mamut tiene la voz de una persona
mayor, a lo mejor es una persona mayor, desde luego es grande, y como es una
persona mayor, me protege y no tengo miedo de nada. Los dos somos como sombras
luminosas que culebreamos y estamos aquí y estamos allá, tan pronto en este
sitio como al otro lado del camino de tierra, donde se revuelcan los jabalíes,
que tampoco pueden hacernos nada, ¿cómo nos lo van a hacer si somos los
espíritus del bosque?, eso, ¡qué divertido!, podemos subir y bajar por los
troncos de los árboles sin que nadie se dé cuenta, ni las mariquitas, ¿a que
sí?, y las mariquitas mueven la cabeza arriba y abajo y, todas a una, dicen,
sí, es verdad, sois como espíritus del bosque, pero ¿a que no sabéis cómo se
llaman los espíritus del bosque?, y yo me acelero y me confundo, no, bueno,
sí..., espera..., aunque al fin me acuerdo, ¡ah, ya sé!, duendes, duendes
grandes, mayores que el oso, duendes transparentes que no ocupan lugar bajo la
luna, y Mamut me mira, pero ¿no era por la tarde?, Mamut es mayor y reflexivo,
se acuerda de todo, y yo le digo, sí, pero da igual, además, por la tarde
también se puede ver la luna, ¿tú nunca la has visto?, y debe de ser por la
tarde porque yo creo que ya hemos comido, ¿no te acuerdas?, tortilla de
patata..., mmm..., ¡qué buena!, y tú comías las cortezas de los quesos y las
tiras blancas del jamón, que no eran ilusión, ¿eh?, que eran de verdad, y el
perrín tiene un estremecimiento y emite uno de esos ladridos sordos que casi no
se oyen, porque ¿no sueñan también los perros? Quizá él vio al oso descender
del árbol y apartarse con premura, ¡por ahí vienen los humanos!, ...dita sea,
hay que poner tierra por en medio..., y el oso se va protestando, desaparece el
peculiar aroma que lo delata –que seguramente tiene algo que ver con el vinagre
y otras especias que están usando en la frontera cocina–, y al fin se queda
tranquilo y deja escapar un suspiro. ¡Ya se fue!
Mará, sin embargo, no ha dejado de ver el bosque, ¡qué va!,
porque la fronda permanece inalterable. Ya no está el oso, que a saber adónde
se ha ido, y tampoco están las mariquitas, que se habían constituido en
asamblea, pero quedamos nosotros, los espíritus del bosque..., no, los duendes,
Mamut lleva un sombrero muy raro y zapatos puntiagudos con estrellas
pintadas..., no, tampoco, no son pintadas sino estrellas de verdad, casi no
puede andar, el pobre, aunque como es transparente yo creo que le da igual,
vamos por el caminito entre los árboles y nos paramos en donde queremos, él lo
huele todo y yo miro dentro de los agujeros de la tierra y de los árboles, a lo
mejor encuentro algo, y cuando durante un momento la espesura se aclara oigo
una guitarra, aunque es al otro lado del valle, en las montañas de enfrente,
¿será mi padre?, ¿por qué he pensado en él?, será porque también es grande, él
sí que es grande, más alto que las montañas blancas, y lleva las botas de siete
leguas y a cada paso que da avanza tanto que no le podemos alcanzar, sus
zancadas resuenan en el bosque y los animales se apartan, vámonos de aquí, que
llega el gigante de pies de hierro..., pero no todo es una ilusión, no, una
quimera, porque cuando salimos al claro que hay en la falda de las montañas,
allí está él, mi padre, es por la tarde y está sentado como antes el oso, con
la espalda apoyada en un árbol, es muy grande, pero eso ya lo he dicho antes y
no me da miedo, y tiene la guitarra entre las manos, mira al cielo y canta por
lo bajo, aunque luego se pone en pie y canta más alto mientras rasguea el
instrumento..., allí está, pero él tampoco nos ve porque somos transparentes, y
nos acercamos hasta colocarnos a su lado, ¿cómo se llama esa canción?, se llama
Bésame mucho, sí, como si fuera esta noche la última vez...
[...]
Y hasta aquí llegó la broma, que por hoy ya he dado
bastantes ideas. El que quiera saber más, que mire en ESTE SITIO
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